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Carta de un minero santacruceño a Juan Grabois

Carta de un minero santacruceño a Juan Grabois

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El exabrupto del líder del Movimiento de los Trabajadores Excluidos, Juan Grabois, no pasó desapercibido en la Provincia de Santa Cruz.

Tras tildar de faloperos a los mineros y petroleros, el secretario general de la Asociación Obrera Minera Argentina (AOMA) Santa Cruz, Javier Castro, aseguro que se trata de expresiones “hirientes, discriminadores, inmorales y profundamente injusto”.

Recordó que en una actividad altamente calificada la “falopa” no tiene lugar, como lo consideró Grabois.

Además, Castro dejo abierta una invitación al dirigente social para visitar los yacimientos mineros santacruceños para conocer mano a mano la historia de quienes apuestan por el verdadero crecimiento y progreso de Argentina.

Carta abierta de Javier Castro:

A lo largo de mis casi 20 años de actividad gremial en la minería recibí -en más de una oportunidad- insultos; agravios, además de convertirme en blanco de calumnias y faltas de respeto de diverso calibre.

Aprendí temprano que eran parte de la actividad. Pararme a contestar constituía una verdadera pérdida de tiempo, dar entidad o en tal caso rebajarme ante quienes nada tienen para aportar. Al fin y al cabo, siempre el tiempo aclaró quién era quién.

Pero no es posible callarme cuando se agravia a todas y todos los trabajadores mineros que represento con aciertos y errores. Pero esencialmente con respeto y fidelidad desde mi cargo de Secretario General de AOMA Santa Cruz.

A lo largo de estas décadas un sinfín de circunstancias me enseñó que no puedo aceptar mansamente que a las y los mineros se los descalifique e insulte y se los ponga en una misma bolsa.

Por eso, me siento moral y anímicamente obligado a responderle al señor Juan Grabois, quien livianamente ha sostenido que los mineros y petroleros  se gastan lo que ganan en falopa.

Es visible que el señor Grabois no conoce la vida y el trabajo del minero. Me veo tentado a asumir que pesa sobre él un desconocimiento absoluto del trabajo y punto. Pero eso sería caer en la misma argumentación que él utiliza.

Ratifico su desconocimiento, caso contrario sabría que un trabajo tan serio y riesgoso como el nuestro no se puede hacer consumiendo falopa.

Tampoco descifra que lo que busca la y el minero cuando termina su largo turno de 15 días en la mina, prolongado aún más en esta época de pandemia, es regresar a su casa.

Ese regreso está motorizado para disfrutar del bien ganado descanso junto a los suyos, sin otro estímulo que el de la compañía de sus afectos, de los que este sacrificado trabajo lo obliga a estar lejos por lapsos tan prolongados.

El señor Grabois pretende ser representante de los sectores más postergados de la sociedad argentina. Tendría que saber, entonces, que no hay nada más hiriente, discriminador, inmoral y profundamente injusto, que poner a todos esos compatriotas en la misma bolsa de prejuicios.

La inmoralidad e injusticia cometida toma mayor dimensión si ese prejuicio se asienta en el desconocimiento profundo de la vida laboral en la mina o el campamento de aquellas industrias que traccionan la vida de económica e industrial de este país.

Tal vez el señor Grabois conoció a algún trabajador que tiene problemas con la droga y cree que todos son iguales. Tal vez leyó algún libro o vio una miniserie en la que uno de los personajes era un minero con problemas de adicciones, y supone que esa es la realidad y que todos son iguales. Tal vez solo busca hacerse el transgresor para lograr espacio en los medios y no notó que estaba ofendiendo a las y los trabajadores de la minería.

No importa demasiado. No pretendo analizar en profundidad los motivos que llevan al señor Grabois a agredir de esta manera a nuestros compañeros y compañeros, que día a día honran el oficio de ser minero en nuestra provincia.

Lo que no podía es quedarme callado ante esta canallada, que muestra a las claras lo que pasa cuando gente que no ha visto nunca un trabajador minero en acción, o una producción minera de cerca -como lo evidencia el señor Grabois- se monta en frases grandilocuentes, eslóganes y títulos fáciles: mentiras ofensas y descalificaciones que nada aportan al debate y la convivencia.

Más le valdría al señor Grabois que recorriera nuestro trabajo, hablara con nuestros hombres y mujeres y conociera sus vivencias, sus historias personales. Tal vez así sabría que es el trabajo digno y el salario chico o grande, pero bien ganado, el que nos hace más dignos; útiles; y nobles.

Y de paso, podría conocer de qué se trata la lucha de las y los trabajadores y su gremio –y no la graciosa concesión de las empresas– lo que asegura los mejores niveles salariales del país.

Al señor Grabois lo invito a visitar los yacimientos mineros de Santa Cruz; me comprometo personalmente a hacerle conocer de la mano de quienes agredió livianamente de qué se trata el trabajo minero y quiénes son esos hombres y mujeres de alma noble que arriesgan todo lo que tienen, no solo por el bien de los suyos, sino por la grandeza de este país.

Fuente: noticiasmineras.com

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Periódico digital
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