En la provincia de Santa Cruz, una parte importante de la sociedad continúa señalando la falta de oportunidades laborales como uno de los principales problemas que enfrentan sus habitantes. Este reclamo se hace especialmente audible en localidades cercanas a las zonas de actividad minera, donde la expectativa de empleo para la población local es alta. Sin embargo, hay un factor crítico que, a menudo, no se tiene en cuenta: los altos estándares de seguridad que exige la industria chocan con realidades sociales complejas, como el aumento de adicciones entre los jóvenes, un fenómeno que trae aparejadas serias consecuencias.
La minería es una actividad considerada de alto riesgo. Las normativas de seguridad vigentes en las explotaciones mineras no son simplemente un protocolo formal, sino un pilar fundamental para la operación segura de las faenas. Los trabajadores deben cumplir con rigurosos exámenes físicos y psicológicos, además de someterse a controles periódicos para asegurar que estén en óptimas condiciones para realizar sus tareas en entornos potencialmente peligrosos. Cualquier alteración en el estado de alerta, como las que pueden provocar las adicciones, representa un riesgo no solo para el trabajador afectado, sino para todo su entorno laboral.
En este contexto, las empresas mineras suelen encontrarse con una realidad paradójica: mientras enfrentan la presión de contratar mano de obra local, también deben lidiar con una problemática social cada vez más presente en la región, las adicciones. Este fenómeno afecta principalmente a jóvenes, quienes podrían beneficiarse de las oportunidades laborales que genera la minería, pero muchas veces no logran cumplir con los requisitos básicos de seguridad debido a su situación personal.
Nuestra redacción entrevistó a jóvenes de distintos puntos de la provincia, que prefirieron preservar sus identidades y éstos fueron algunos de sus comentarios:
«La minería es la puerta a una vida mejor, eso lo sabemos todos, pero cuando te perdés en las adicciones, esa puerta se cierra. A mí me pasó. Tuve la oportunidad de entrar, pero en los estudios médicos me salió positivo el consumo de drogas y quedé afuera. Sé que la seguridad es muy importante en estos laburos y que no hay lugar para alguien que no esté al 100%. Ahora estoy en tratamiento, porque quiero esa oportunidad de nuevo y no quiero volver a perderla.» Nicolás, 23 años – Perito Moreno.
La exigencia de personal calificado y en condiciones físicas y mentales óptimas limita la posibilidad de inclusión de aquellos que, por diversas razones, luchan contra las adicciones. Los controles rigurosos para ingresar y mantenerse en la actividad no son un capricho, sino una necesidad impuesta por la naturaleza de la tarea. Las máquinas pesadas, el trabajo en altura y la exposición a ambientes peligrosos son solo algunas de las circunstancias que demandan la mayor concentración posible.
«Mis hermanos laburan en minería, y siempre me dijeron que intente buscar un trabajo ahí. Cuando terminé la secundaria y me decidí a presentarme, ya había empezado a tener problemas con el alcohol. Los exámenes de salud son bastante estrictos, y aunque entiendo por qué lo hacen, para alguien que está luchando contra una adicción es una traba más. Es un bajón porque sabes que podrías tener un buen laburo, pero lo que no sabés es cómo salir del problema. Estoy tratando de cambiar, ojalá se me de la oportunidad.» Javier, 27 años – Caleta Olivia
La relación entre empleo y seguridad en la industria minera de Santa Cruz sigue siendo un desafío para los distintos actores involucrados. Por un lado, la sociedad reclama por más empleo y mejores oportunidades; por otro, las empresas deben velar por la integridad de sus trabajadores y las operaciones en general. En medio de esta situación, se plantea la necesidad urgente de abordar las adicciones como un problema de salud pública, pero también como un obstáculo para el desarrollo económico local.
«Cuando empecé a tener problemas con las drogas, al principio no me di cuenta de cómo eso iba a complicar mis oportunidades de trabajo. En Santa Cruz, especialmente en pueblos chicos como el mío, el petróleo o la minería son una de las pocas formas de tener un buen futuro, pero cuando estás metido en tema de adicciones, parece que no hay salida. Frente a esta situacion no tenés muchos lugares a dónde recurrir, no hay suficientes centros de rehabilitación o programas que realmente te ayuden a salir de esto. Me siento mal, quiero cambiar y tener la oportunidad de trabajar en petróleo o minería, pero no sé a dónde buscar ayuda para empezar a mejorar.» Sofía, 22 años – Pico Truncado
Es evidente que la minería puede seguir siendo una fuente clave de empleo y crecimiento para la provincia, pero también es claro que, para ello, se deben resolver los factores subyacentes que están afectando a una parte significativa de la población joven. Si no se enfrentan estos problemas de manera integral, el conflicto entre las demandas de la comunidad y las exigencias de la industria podría seguir ampliándose, generando mayores tensiones en el futuro.